martes, 19 de noviembre de 2013

Leyendo sus caras

23 de junio de 2034

Ahora nadie se preocupa por otra gente. Hasta llegamos a cerrar los ojos y dejar al contagiado detrás, y ya puestos a metros de ellos empezamos nuestra guerra interna y cuando creemos que hemos ganado y hemos disparado por fin, los más débiles son ya carne fácil para los monstruos, por ser manejables por sus sentimientos.
En esta guerra debes ser fuerte, si no, mueres. Y esto lo digo sabiendo lo que digo, si no, no diría nada.
Aquí todos pretenden no conocerme, pero sé muy bien que saben mi nombre. Ellos y hasta los monstruos recuerdan mi rostro. No soy común, no soy tan joven y no tengo corazón cuando se trata de matar sus apestosos y podridos cuerpos.
Nadie se esperó ver a un mujer de pueblo ser tan fuerte, ni que yo misma me convirtiese en una chica ruda.
Todo esto de ser dura, fuerte, no fue gracias a mi propia iniciativa, no esperé más tiempo, ni esperé otra noche escondida en el sótano.
Tuve que ser valiente.

Por ello no esperé más tiempo cuando supe que todo nunca volvería a la “realidad”, que mis padres muertos nunca volverían a ser los mismos, como también que nunca jamás volvería a caminar sin estar preocupada por mi vida.
Mi madre y mi padre eran otros, ya no eran los mismos de siempre. Y me dolió, sufrí terriblemente cuando tuve que hacerlo. Eran parte de mi vida, lo más esencial, mi heroína y mi héroe.
Pero tuve que matarlos. No tuve otra elección cuando me vi envuelta decidiendo si moría o vivía.
Si me convertía en un monstruo o seguía teniendo el poder de controlar mi mente.
Y lo hice, los maté en un ataque de supervivencia.
Creo que desde ese momento cambié... Definitivamente ya no era la misma chica tierna, agradable y tímida que era antes de todo el suceso del apocalipsis.

Caminé en silencio por el asfalto desierto con mi equipaje en mis hombros. La calle estaba desierta. Y yo estaba perdida en una pesadilla. Y deseaba que algún día pudiese leerlo todo, leer el libro en el que vivía; poder releerlo millones de veces y tener el poder de cambiarlo todo. De arrancar todas las hojas y romperlas en miles de pedazos, para después quemar el libro que tanto detestaba y tomar otro libro y adentrarme en él. En uno donde viviese una historia de amor con un campesino pobre o tan solo en uno donde era la protagonista de mi vida cotidiana. No me importaba, solo quería leer su portada para desaparecer de mi maldito mundo que me había tocado vivir.


[Hecho por Lorena Castañeda Jaén, si deseas tomarla, no dudes en consultarmelo]

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Con un comentario nos animas a seguir con este blog.
Nosotras intentaremos contestar a todos los comentarios.
Pero recuerda:
Si insultas, dices palabras malsonantes, haces SPAM, o SPOILERS, tu comentario será eliminado.