23 de junio de
2034
Ahora
nadie se preocupa por otra gente. Hasta llegamos a cerrar los ojos y
dejar al contagiado detrás, y ya puestos a metros de ellos empezamos
nuestra guerra interna y cuando creemos que hemos ganado y hemos
disparado por fin, los más débiles son ya carne fácil para los
monstruos, por ser manejables por sus sentimientos.
En
esta guerra debes ser fuerte, si no, mueres. Y esto lo digo sabiendo
lo que digo, si no, no diría nada.
Aquí
todos pretenden no conocerme, pero sé muy bien que saben mi nombre.
Ellos y hasta los monstruos recuerdan mi rostro. No soy común, no
soy tan joven y no tengo corazón cuando se trata de matar sus
apestosos y podridos cuerpos.
Nadie
se esperó ver a un mujer de pueblo ser tan fuerte, ni que yo misma
me convirtiese en una chica ruda.
Todo
esto de ser dura, fuerte, no fue gracias a mi propia iniciativa, no
esperé más tiempo, ni esperé otra noche escondida en el sótano.
Tuve
que ser valiente.
Por
ello no esperé más tiempo cuando supe que todo nunca volvería a la
“realidad”, que mis padres muertos nunca volverían a ser los
mismos, como también que nunca jamás volvería a caminar sin estar
preocupada por mi vida.
Mi
madre y mi padre eran otros, ya no eran los mismos de siempre. Y me
dolió, sufrí terriblemente cuando tuve que hacerlo. Eran parte de
mi vida, lo más esencial, mi heroína y mi héroe.
Pero
tuve que matarlos. No tuve otra elección cuando me vi envuelta
decidiendo si moría o vivía.
Si
me convertía en un monstruo o seguía teniendo el poder de controlar
mi mente.
Y
lo hice, los maté en un ataque de supervivencia.
Creo
que desde ese momento cambié... Definitivamente ya no era la misma
chica tierna, agradable y tímida que era antes de todo el suceso del
apocalipsis.
Caminé
en silencio por el asfalto desierto con mi equipaje en mis hombros.
La calle estaba desierta. Y yo estaba perdida en una pesadilla. Y
deseaba que algún día pudiese leerlo todo, leer el libro en el que
vivía; poder releerlo millones de veces y tener el poder de
cambiarlo todo. De arrancar todas las hojas y romperlas en miles de
pedazos, para después quemar el libro que tanto detestaba y tomar
otro libro y adentrarme en él. En uno donde viviese una historia de
amor con un campesino pobre o tan solo en uno donde era la
protagonista de mi vida cotidiana. No me importaba, solo quería leer
su portada para desaparecer de mi maldito mundo que me había tocado
vivir.
[Hecho por Lorena Castañeda Jaén, si deseas tomarla, no dudes en consultarmelo]
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Con un comentario nos animas a seguir con este blog.
Nosotras intentaremos contestar a todos los comentarios.
Pero recuerda:
Si insultas, dices palabras malsonantes, haces SPAM, o SPOILERS, tu comentario será eliminado.